Inseguridad, relaciones de dependencia con amigos o con su pareja, bullying, baja autoestima, faltas de respeto en clase o en casa, ansiedad, pesadillas, consumos, etc. Son algunos de esos molestos e insidioso “monstruos” que acompañan a adolescentes y niños en su proceso vital, y que padres y madres e incluso directamente los propios jóvenes quieren superar (he conocido a grandes vencedores de esos “monstruos”).
Vivimos en un mundo en el que la crianza ha evolucionado hacia posturas más dialogantes y no tan impositivas que implican aumentar la capacidad mentalizadora de las experiencias de niños y adolescentes para mejorar su autogestión y autonomía.
Un enfoque útil para abordar estas situaciones es el planteado por Ben Furman, y que tiene que ver con desarrollar ciertas habilidades en los niños, que los ayude a que, en lugar de concentrarse en sus “problemas”, desvíen la atención en un futuro positivo. Centrarse en lo que se desea en lugar de en los comportamientos no deseados resulta menos estresante y más motivador tanto para ellos como para sus padres.